sábado, 25 de julio de 2009

1.

Sigue la sangre. ¿Cuál? ¿La que fluye vergonzosamente de tu brazo? NO, IMBECIL. Sigue la sangre en el piso, ha pasado algo, quizás una pelea, o un perro que haya mordido a un maldito, tú lo sabes, así como en los sueños mandan, los perros saben a quien morder, así lo hacen –así lo hicieron conmigo = casi pierdo la mano aquella vez ≡ menos mal que sólo fue un sueño.
.
¡OH NO! Pero si sólo es un borrachito tirado en sus propios orines. ¿Qué no es cosa común de ver en ese mugriento cruce de la Av. Colmena? Sí, con su loquito en la iglesia que de todos los feligreses hacía berrinches por roñosos y avaros. Y mientras los carros fluían con furia y rabia. Pero yo danzaba entre ellos, y nada me detenía hasta el óvalo 2 de Mayo y la Plaza Grau.
.
Sigue la sangre. ¡Otra vez! La guerra, la paz, dios mío. ¡Y todo lo veo en mi brazo! Esto NO es mesianismo, pero me siento elegido por un momento. Así que me inyecto droga. Más droga, para ser precisos. Más todavía, si no se asustan, si me lo permiten, si no se incomodan con mi meditabunda existencia. Total, nadie ve.

No hay comentarios:

Publicar un comentario