sábado, 25 de julio de 2009

2. VIVIA EN PAZ EN LOS TUBOS.

Pero la vida es como una terminal de trenes que se llena de gente que no conoces y VUELA a dios sabe donde. Lejos de los tubos hoy, moría en las calles. Yo era el borrachín en orines, y tuve que morir mil veces para entender que no era yo. Mi copiloto quiso que llamemos a una ambulancia. ¡El es un santo! Pero era absurdo. Sólo la fe lo regresó a la infelicidad de la Ciudad Amarilla.
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Los policías no decían nada. Sus carros estaban tan blindados que no podían ver lo que acontecía ahí afuera, en la ciudad, que estaban las putas maltratadas, los borrachitos caídos con sangre y pirañeados, los drogadictos pinchándose en las calles, a sus espaldas. No pasa nada aquí. Yo me santifiqué.

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