Hasta que llegó a sus límites, y encontró un pasaje al Salón Imperial. Todo el edificio de Cailloma había sido una pila de escombros abandonados e inentendibles, cada piso habla de su oscuros pasado y futuro, mientras estratos de formas vivientes explotaban su presente con manifestaciones rituales de culturas infrarrojas. Ahora estaba vacío y escasamente iluminado. Encontró muchos trapos sucios tirados por doquier y algunas cintas y alambres de cobre con los que se confeccionó un traje de loco, y salió así vestido a la calle, a mendigar y meditar.
Pronto la calle le hizo de amigos buenos y extraños.
-Ven. Bebe un emoliente conmigo - Máscara lo estaba esperando - Tengo sida, cholo - y brotaban sus lágrimas - No te incomodaría por esto sino porque me siento mal - y llora.
Chen lo abraza, e intenta detener la enfermedad con las agujas ¡Es tan difícil! Ni bien cierra la posibilidad de un ataque se abre otro nuevo e inesperado. Es como un virus que sabe kung fu, y está decidido a matar.
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