miércoles, 26 de mayo de 2010

98. Jamás

Habíase superado Chen en sus técnicas. Era ahora un artista serio de la muerte. Habel un contrasentido, al utilizal las tecnicas no pala sanación, sino destrucción. Sel ahola un agente de la muelte. Tlabajal pala ella, como estas selpientes. Pelo no sel momento de leflexión. Encontlal debo a Hu. Y siguió su camino, y cruzó el puente. Frente a sí habían 200 metros de peldaños en ascenso, que llevaban a un gran portal. Dos banderas caían por entreambos lados del portón con los ideogramas Grande Serpiente y Dragón.

Subir los peldaños significó para Chen una reflexión obligada. Pensaba en los venenos coloridos y en el sinnúmero de gentes que se beneficiaban y podrían con su uso. Igual quel opio, Y se animaba a proseguir con nuevas fuerzas, porque el era de usar acupuntura y renegaba de toda clase de pócimas.

Cuando Chen cruzó el portón se vio pronto dentro de un laberinto lleno de corredores, estancias, escaleras, y no sabía cómo ubicarse, por dónde ir. Por su intuición se guió a un cuarto que tenía una chimenea con fuego, y colocada en la pared había una gran espada. Chen la tomó. Pronto comenzaron a venirle por todas partes demonios azules y rojos, corpulentos y gigantes. Alados y rastreros. Chen entró en el frenesí del combate, y empezó a matarlos. Y eran tantos, que parecía un sueño de nunca acabar. Llegó combatiendo hasta una torre desde donde se veía la inmensidad del cielo, que fue pronto opacada por la sombra de una bestia gigante, un dragón azul que derramaba fuego.

Glande Selpiente -se dijo Chen- utilizalé la técnica del colazón acorazado. Y se arrojó con todo hacia el dragón; rindió sus sentimientos al fuego abrazador, pero luego manó sangre como magma viva que hirió sus escamas, y lo hicieron retroceder, rugiendo: se posó debajo de su pecho y clavó la espada. Se derramaron litros de sangre azul, brillante y muy espesa sobre su cuerpo.

Hu apareció por detrás suyo.
-¡Hu!
-¿Qué buscal, Chen, con la muelte lápida y feloz?

Ambos empezaron a luchar. Chen saltó 15 metros y arrojó 300 agujas a Hu. Hu esquivó 237, y llamó a sus serpientes, las cuales comandaba mentalmente y con gritos. Una horda de serpientes negras y rosadas lo perseguían. Chen se elevó por los cielos saltando de edificio en edificio, derribándolas. Llegó tan alto que cayo sobre el cielo raso del hotel Sheraton. Y se sorprendió de encontrar a un botones fornicando con una ninja.

-¡Indignación! –pero venían más serpientes, y Chen siguió escapando, dejándolos follar en paz.

Las cámaras de la policía registraron el movimiento de Chen por los aires, hacia los edificios piratas de Wilson, con cada vez menos serpientes, matándolas en cada esquina.

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