miércoles, 26 de mayo de 2010

97. Te contaré lindas historias..

El dotor Hu era un afamado especialista de las serpientes. El vino de la china en 1970 y se hizo un pequeño apartamento en el Jr. Puno, en el centro de Lima, donde puso su consultorio, frente al del acupunturista Chen. Ambos eran adelantados a su tiempo y predecían con acierto que la China sería una potencia mundial, y que pronto tendrían las puertas abiertas para expandir su negocio.
Los dos se trataban con respeto, pero distancia. Tenían una cierta competencia por los clientes, que al no ver prontos resultados en un tratamiento, acudían al otro, que tenía su consultorio en frente.

El doctor Hu era ambicioso y quizo abrir un centro de internamiento. Para esto movió a algunos contactos de su patria, y se hizo de algunos cintas negras, con los cuales operaba.
El doctor Hu fue un ejemplo para Otoya y todos sus amigos. Se hizo conocido además por las bizarras reuniones en que colocaba a diferentes especialistas y todos intercambiaban información médica. Algunos médios eran adictos y empezaron a tratarse con el veneno amarillo, lo cual les daba un buen empuje, y terminó por cambiarles la adicción. Pronto Hu necesitó expandirse y levantó el primer criadero, en las afueras de lima, cerca de Ancón. Las técnicas de la crianza las conoció por un viaje astral que realizó tomando Ayahuasca en Pucallpa, poco antes de asentarse en la capital. ¿Quién sabe donde rayos quedaba ese panal? Todo era un mito ahora, pero las serpientes existían y era realmente jodido verlas volar por ahí, hasta que empezaron a capturarlas, y a aprender de ellas. Yo particularmente fui mordido una vez por una serpiente morada.

Un día el doctor Chen realizó una mala acupuntura y su paciente sangró. El Dr. Hui estaba ocupado en el W. C. y una sapientísima serpiente azul escapó de su confinamiento y siguió la sangre. Y encontró al paciente, que yacía tendido mientras Chen buscaba unas toallas. La serpiente se acercó al paciente y lo enamoró con palabras dulces, y lamió su sangre, y luego inyectó sobre sus heridas. El paciente se puso azul y reaccionó con una violenta felicidad.
-¡Por Bjork! ¡me siento de reputamadre! ¡Dr. Chen!

Chen no quedó sorprendido, pero sí molesto. Sabía que por ese reptil estaba perdiendo un cliente.

-¡Hablalé con Hu soble esto! ¡Indignación!

Hu tomó sus equipos de acupuntura y se dirigió al consultorio de Chen. Dos de sus matones lo detuvieron en la puerta.

-Hu estal ocupado. Venil mas talzán, - Chen se puso rojo furioso.
-¡Hu habel soltado dlagon azul, yo hablal con él ahola!
-Dlagón azul hacel como quiela. Es sapiente.
-Yo entlal ahola, o selpiente molilá. – Los matones se sorprendieron y se pusieron en guardia, pero Chen fue más rápido y letal, arrojándoles sendas agujas a cada cinta negra con velocidad vertiginosa, hasta que se quedaron clavados a las paredes. Pateó la puerta. Había un puente colgante sobre un riachuelo con serpientes naranjas. Era un cruce experimental de Hu. Y había también un pequeño templo oráculo dedicado a la lectura y juego del I-Ching.

En el puente colgante había otro guardia.
-¿Que hacel tu aquí? – Y Chen le arrojó cientos de agujas al ojo izquierdo hasta hacerlo vaciar y penetrar por la concavidad de los ojos, y a través del nervio óptico hasta el área 17 del cerebro, luego de lo cual cayó sobre sus rodillas gritando -¡No podel vel! ¡Y tu habelme atacado un sólo ojo! ¡Y no podel vel!

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