lunes, 25 de enero de 2010

64. Escopolamina.

Tirado en un parque, esperando. Tal vez tarde no sea nunca. Pasa los bancos, mira a los cambistas de dólares, a los policías. Mira la farmacia en la esquina. Esta, aquí, será una estaca para nosotros. #===#=#=-=.
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Un poco más tarde, un poco más temprano. Los carros llegan y vomitan gente. Siempre tarde o muy temprano.
Agente2: Oh, sabía que vendrías #ª•!!!!, porque estaba )))##))
Agente1: Sí, pero no pude hacerlo, me apuraron, tienes que acompañarme de nuevo.
Agente2: FJ#•==•J•
Agente1: si, pues, es sólo un toque.
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Ahora es su turno de esperar, y los griferos observan. Los carros siguen vomitando gente.
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La agencia es de las más sucias y asquerosas de lince. Casi no hay luz fluorescente, que palpita como en un estado pobremente latente. Las paredes están llenas de grasa negra. Un canal se deja ver entre la luz fluorescente y la luz de tungsteno que llega desde la calle. Las personas casi podrían ver esta luz masiva. Los rieles son instalados y el agente se camufla rápidamente en los tejidos beta.
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Ya está. Vamos.
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Camina al parque cojeando. La mochila pesa. Aún queda agua mineral helada. La escopolamina ayuda un poco con el dolor renal. Nos distraemos en el consumo de agentes bióticos. Hacemos inteligencia de ellos en el nivel molecular y subatómico.
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El agente2 salió disparado, engullido en una combi, que vomita gente. Pensé que en el reporte, el joven Werther odiaría. En el nexo, uno está como siendo esclavo de un sueño, porque los sueños juegan con uno mientras se duerme. Y si estás despierto y lúcido son las personas las que juegan contigo. Es entonces cuando hace falta llevar a cabo operaciones de intervención. Un plan amenazante no es totalmente comprendido. Hay quienes pueden reducirlo todo a la muerte, pero eso es tan tosco como reducirlo todo a las drogas, desde que nuestro cerebro opera con drogas y no se mueve si no es por ellas.
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El dolor renal es intenso. Tuve que destruirme, y regresar arrastrándome hasta la cama. Llegue tarde, tome más escopolamina, algún desinflamante, y la preciosa agua mineral helada. Padecí toda la noche sin clones ni diazepam.
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Desperté gritando electricidad, y de suerte estaba solo. Lo más saico era que aún tenía material y quería destruir ni bien bajase un poco el dolor, o pensaba que tal vez lo reduciría, cuando ya sabía que era la obvia causa del dolor. Estaba formando arenilla en el tejido beta, y pronto se sintetizarían cálculos si no bebía MUCHO líquido. Pero sólo quería pasar el dolor e inyectarme. Pensé: si tuviera morfina podría con esto. Pero no la había.
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Me arrastré por toda la casa, levantando la voz, y sentía que la voz ayudaba a hacer vibrar al cuerpo y a los riñones, colaborando con la circulación.
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Y así la voz era electricidad, y tú no escuchabas.
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