66. Templado en el bosque.

La meditación divide los sexos y los coloca en preciosas cápsulas de cromatina. Nada es permitido y todo vuelve al sudor y al silencio. Apenas comienza algo: un ladrido de perro, un pequeño grillo distante.
Sentado, nada dices, poco cavilas en tu conciencia: una vez más, el estómago está lleno, te sientes vivo, y se va el sol: así viene la noche.
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Te tratan como un paciente. Casi no puedo hacer música, parece prohibida para mí, mientras estruendan las radios, por todas las habitaciones. La sensación de extrañeza por los amigos, es inminente y poderosa. El anhelo de libertad me hace pensar en todos los americanos.
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Hoy vi la tele, y le dictaron 25 años de sentencia al chino. Pero 25 no parecen suficientes: el mató a más de 25 personas, y se supone que en alguna clase de justicia sufres un año de la terrible cárcel por cada muerte. Pero no bastando con ello, apeló a la nulidad del juicio y de su sentencia, y aplazaron su nuevo juicio hasta octubre, si no me equivoco. ¿Qué justicia es ésta?
¡Sigue la sangre! Y yo pensé en todos los hermanos rojos y en su indignación. Ellos saben muy bien que Fujimori saldrá libre antes de 25 años, mucho antes, y que su gorda hija meterá las manos al fuego para liberarlo.
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Así que aquí estoy, en un país de drogadictos y asesinos burgueses hipócritas y cobardes, de ignorantes desesperados, y yo haciendo condena por inyectarme droga, con pocas posibilidades de ir más allá (con todos así), con un presidente corrupto, un ex presidente más corrupto, con una fuerza policial corrupta, un ejército corrupto, una economía rumbo abajo, un planeta en calentamiento, y con cada vez menos especies de animales, plantas, y más especies de drogas, humanos, y armas.
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Tamaño problema el que avisoramos. Hace no mucho, varios países abrieron sus archivos sobre avistamientos y contactos con OVNIS y toda esa onda. ¿Es que ya no tienen más respuestas? ¿Están esperando que la solución les venga de arriba, como maná del cielo?

Oh, pero yo veo la sangre, y fluye hacia abajo, a la tierra que la absorbe y de ella se alimenta y endurece.
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Templado en el bosque, rujo por el Espíritu y ardo en amor, que lentamente me consume.