Esta vez, salpicaste todas las paredes. ¿Qué tenías, pintor? ¿Qué aires traías contigo? Cuéntanos, ea, anímate, y con esfuerzo quizá logres la gloria o el favor de un dios que escuche.
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-Perfume de flores arcanas- ¡Bébanse toda mi sangre, involuntarias! ¡Yo, deshecho en fachas! Yo, tubérculo y flojo, exagerado y rey de sandeces y peripecias. Yo, distintivo de sí mismo y a la vez nadie – ríen – y con gracia, poca cosa, alguna si acaso para unos basta, vasta y suficiente para todos (AQUÍ VIENE DIOS).
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