martes, 4 de agosto de 2009

9. 31 de Febrero.

Esta noche seguí la sangre de mis encías, mientras me cepillaba los dientes. Todavía no me acuerdo que he perdido uno. El tiempo ya no es problema mío. Me lo robaron, igual que a mi nena. Me robaron todo. Una vez quisieron robarme el celular, pero eso no lo permití. Era un regalo de ella. Mi única conexión cuando estaba lejoslejos. Era como una ella en miniatura, en negro, como la viuda negra. Tuve que entrar a la cueva de los ladrones y gritarles a todos hasta que se arrepintieron. Y el autor del acto lo dejo temerosamente frente a mí, de rodillas, y se retiró a las sombras.
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¿Ego? Cuando salí todas sus mujeres me esperaban, y yo aún estaba exaltado, y les hable de Dios. Y miraba al sol fijando los ojos bien abiertos para llenarme de fuerzas. A pocas cuadras vivían el Señor de los Milagros, y Santa Rosa desacrada.
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Volví a San Marcos caminando. Aún quedaba odio y resentimiento en sus corazones. Mis instintos regresaron a dominarme. Todo es una competencia. A veces no soy yo mismo. A veces soy EL. ¿Y quién rayos entiende?

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